domingo, 6 de febrero de 2011

Y después de 20 años: ¡nos toca a nosotros! El Regreso ópera prima zuliana.





Cuando era chiquita recuerdo que mi primer contacto directo con el cine fue en el casting del largometraje JOLYGUD de Augusto Pradelli. Era una gordita de pelo enrollado nada parecida a las esbeltas niñas que suelen aparecer en los filmes comerciales, pero mi mamá me llevó, pues Joligyd era una película maracucha, donde se hablaba de vos, se decía groserías y donde ser gordito era algo normal. Recuerdo que me paré frente a la cámara y las luces, alguien, no recuerdo quién fue, me pidió amablemente que pusiera cara de brava, yo lo intenté varias veces en todas las posiciones que me pidieron: de lado, de frente... pero lo cierto es que estaba muerta de la risa y hasta allí llego mi carrera de Shirley Temple.


¿Quien iba a pensar que aquella sería la última vez que podría ver de cerca la producción de un largometraje zuliano? Y pasaron 20 años luego de aquella proeza liderada por estudiantes de comunicación social, que como dementes se empecinaron en demostrarles al país (especialmente a los caraqueños) que eran capaces de hacer cine a pesar de su poca experiencia y así fue, Jolygud con los voceos y sueños del barrio El Saladillo, nuestro barrio añorado y destruido, se paseó por las salas de cine nacional e internacional, con el aplauso de muchos maracuchos pero también la fuerte crítica de intelectuales.


Si, pasaron 20 años, requerimos de dos décadas para crecer, formarnos, soñar y luchar por la oportunidad de lograr un financiamiento para la producción de un largometraje. Y ojo, con esto no quiero negar otros intentos experimentales que han tenido lugar en la región como por ejemplo :"Al final del día" realizado dentro del laboratorio de cine liderado por Alexis Cadenas. No, mi intención no es desmerecer el trabajo de los demás, pero lo cierto es, que hasta el 2010, no se había financiado una obra de largometraje zuliana. Nuestra producción se ha expresado hasta ahora mayormente en los formatos de cortometrajes y documental, por ende, en la pantalla grande de Venezuela en estos 20 años, los realizadores zulianos no han tenido la oportunidad de narrar sus historias, el 90% de los filmes estrenados son procedentes de la capital, con temas capitalinos, y si por casualidad figuramos lo hacemos sólo como fondo, como locación o como estereotipo a través del voceo mal representado de un caraqueño simulando un estereotipo manoseado, la comiquita de Rafito el maracucho, con pansa y patacón incluidos.


Si, nos costó 20 años romper el mito "Jolygud" ¿cuántos años más nos costará hacer la segunda? ¿Cuántos más pasarán para hacer varias por año? No lo sé, estamos en medio del camino, en plena construcción de la historia. Por ello quiero contarles cómo pudimos llegar a esta nueva oportunidad, cómo nació "El Regreso", pues estoy convencida que si de algo podemos aprender, es de nuestras experiencias.


Ivestigando para mi más reciente documental "Kataa ou-outa (Vivir-Morir)" me topé con la Masacre de Portete (2004). Al principio la información aparecía en testimonios esparcidos por internet. Una histora de terror que hablaba de mutilaciones, de desplazamiento e impunidad. Me asombró que un suceso tan terrible y casi increíble hubiese sucedido tan cerca de nosotros, y que sus víctimas estuvieran en Maracaibo sin que muchos lo supieran. Así comenzó mi obsesión, busqué en los periódicos, entrevisté a varios de los sobrevivientes y hasta introduje un segmento sobre este tema en "Kataa ou-outa", pero nunca estuve satisfecha. Seguí leyendo e ivestigando y supe que tenía que contar esa historia. Por otra parte, la necesidad de denunciar la masacre y sus consecuencias para el pueblo Wayuu, se fue uniendo a otra inquietud: la xenofobia. Para el que no me conoce, físicamente, soy la "anti-suramericana". Tengo la piel casi trasnparente, llena de pecas, los ojos claros y para colmo me apasiona pintarme el cabello de rojo, lo que me convierte físicamente para el resto del mundo (acá en Venezuela y en nuestro continente) en una gringa (extranjera). A pesar de la llamada globalización y la lucha por el diálogo intercultural, la piel no es sólo superficie, sigue siendo un vínculo de identidad cultural. En mis recorridos por la Guajira y otras latitudes fuera de la ciudad, mi piel ha sido en primeras impresiones motivo de rechazo, "allá viene la gringa" es decir, "la otra", "la diferente", "la que no conoce", "en la que no podemos confiar". De la misma forma todo indígena que penetre un espacio dominado por los no indígenas va a ser señalado igualmente como "otro", "indio", "el que no sabe". Es un proceso recíproco de "prejuicio" y "exclusión". La xenofobia está más viva que nunca en nuestra sociedad, late en todos los entornos del blanco criollo hacia los negros, hacia los indios y viceversa. ¿Por qué me ves como gringa si soy igual que tú? ¿Es que la piel y los rasgos nos definen? ¿Es que las culturas son tan diferentes para separarnos?


Y bueno de toda esa analogía nace mi historia "El Regreso" y la sinopsis dice así:


“El Regreso” narra la historia contemporánea de la niña indígena Wayuu KAI (10) cuyo pueblo de “Bahía de Portete” (Alta Guajira, Colombia) es arrasado y quemado por paramilitares, los cuales unidos a miembros de mafias indígenas asesinan a los aldeanos, especialmente a las mujeres: niñas, ancianas y jóvenes con el propósito de dominar el territorio y humillar a los hombres de la comunidad, quienes los han denunciado ante las autoridades. Son desplazados más de 320 indígenas, muchos se esconden atemorizados por temor a la cacería de los paramilitares y sus cómplices indígenas, en Maracaibo, Estado Zulia. Venezuela. Kai vivencia el terror y logra huir, sola. Mantiene la esperanza de que su madre y su abuela hayan podido escapar al igual que ella. Deambula por el desierto, en el que casi muere de inanición y es rescatada por militares venezolanos, de los cuales escapa por temor a las armas. En la ciudad de Maracaibo Yajaira no conoce a nadie ni tiene nada, no habla el castellano, sólo su lengua materna el “wayuunaiki”. Como desplazada enfrenta situaciones de violencia de la mano de indígenas y no indígenas, por lo que no confía en nadie y comienza su reto de sobrevivir en el universo callejero. Allí, conoce a BÁRBARA (12) una jovencita no indígena, sobreviviente, acostumbrada a lidiar con la violencia como forma de vida. El encuentro de Yajaira y Bárbara, al principio gobernado por el rechazo y el contraste, poco a poco, sin que ellas lo quieran ni lo busquen, se va transformando en una amistad. La vida las une inesperadamente más allá de sus diferencias: Yajaira wayuu (indígena), Bárbara ali’juna (no indígena), Yajaira habla el “wayuunaiki”, Bárbara el castellano, Yajaira con su ingenuidad, Bárbara con su adultez prematura. Ninguna de las dos se gustan o se aceptan al principio, pero las fronteras desaparecen frente a la realidad que las une: dos niñas enfrentando al mundo, dos niñas que van de la mano buscando sus sueños escondidos en la soledad"


Me costó casi tres años escribir esta historia. Jamás había escrito un largometraje. Y no pude hacerlo sola, me asesoré con especialistas amigos como Laura Antillano, Alex Fleites, Belén Orsino, Frank Baiz Quevedo y Solveig Hoogesteijn. Recuerdo que cuando les mostré el guión estaba segura de que era maduro, de que tenía una buena historia y que estaba a punto de terminar ¡Qué ilusa! ¡Qué arrogante! Desmenusaron todos mis errores, haciéndome entender que debía reescribir y que aun me faltaba mucho camino por recorrer para tener un guión aceptable. Me hicieron sufrir pero mi agradecimiento no tiene límites pues abrieron mis ojos y me dejaron palpar los vacíos en mi historia. En medio de mi delirio de escritura concursé dos veces en las convocatorias del CNAC, la primera vez en la modalidad de desarrollo de guión, resultado: RECHAZADA. La segunda, en la modalidad de desarrollo de proyecto, resultado: RECHAZADA. Desmoralizada, deprimida y tal cual Lupita Ferrer con una daga en el corazón seguí escribiendo escuchando "La llorona" de Chavela Vargas movida por los retazos de ilusión que me quedaban. Por supuesto engordé unos cuantos kilos gracias a los chocolates que me sirvieron de consuelo.


Obtuve una cuarta versión, estaba convencida de que la tercera sería la vencida. Con mi guión debajo del brazo busqué por todas vías un productor ejecutivo que me acompañara en mi nueva meta: MODALIDAD ÓPERA PRIMA. En la lucha por enfrentar el "baremo" terrible modelo de evaluación asesino de realizadores emergentes, saqué una calculadora y comencé a asociar nombres con puntos: este fotógrafo vale 5, aquel sonidista cuesta 4, necesito 5 más para completar por aquí, 3 para completar por allá... Y yo cuesto tanto... Si estoy un poco falla relleno por acá con la coproducción... No es secreto para nosotros los opera primistas y mucho más para aquellos provenientes de las regiones, que no hemos estado en cientos de comerciales ni series de TV (porque casi todas se hacen en Caracas), que no pertenecemos ni participamos en el núcleo privilegiado de producción cinematográfica del país (porque reside en Caracas), que para tener un chance en la convocatoria, aunque nuestro guión sea bueno (o creamos que sea bueno), aunque tengamos premios, necesitamos acompañar nuestro proyecto de productoras y personal que sumen bastantes puntos, pues la pelea es a cuchillo y el cine regional no cuenta con los filos más prominentes.


Estuve un año comiéndome las uñas, teniendo pesadillas, llamando por teléfono para ver si alguien sabía algo. Le puse velas a San Benito, prendí inciensos, hice Yoga, intenté comunicarme telepáticamente con los jurados hasta intenté hipnotizarlos en la distancia. Hasta que llegó la noticia: "El Regreso" seleccionado en segundo lugar dentro de la lista de las óperas primas de la convocatoria 2010. ¡Vergación! Lloramos, nos abrazamos, nos lanzamos en el piso y dimos vueltas. Y cuando digo "nos" hablo de todos aquellos que hemos trabajado durante estos años en cortometrajes y documentales, con dinero y sin dinero, con errores y aciertos, con premios y críticas, los que hemos soñado hasta hoy con sentarnos en un cine y ver una película con nuestro sudor, con nuestras manos, "made in Zulia" , nosotros los que hoy estamos también temblando en una mezcla de ansiedad y temor, porque estamos pariendo 20 años después, una película maracucha "El Regreso".


¿Nos quedará bien? ¿Nos quedará más o menos? ¿Nos quedará mal?

Estamos en pleno trabajo: aun reescribiendo, mejorando la historia minuto a minuto, buscando las protagonistas, soñando con las locaciones, armando la estrategia del equipo, estamos minuto a minuto dando lo mejor de nosotros para hacer la mejor película que podamos hacer, nuestra película. De allí la idea de escribir en este blog, semana a semana les contaré las vivencias de la preproducción, de este proceso demencial y maravilloso en el que nos encontramos, porque ustedes también forma parte de este equipo, ustedes nuestro público son lo más importante.


Patricia Ortega.

6 comentarios:

  1. Así es! delante de ti están tus sueños y en ti la fuerza para conseguirlos! enhorabuena! sea varón o sea hembra! arriba el cine sin fronteras!

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  2. El horizonte del cine zuliano se ilumina otra vez con "El Regrezo" se suman las semillas que se transformaran en una siembra de todos, los frutos se veran en la gran pantalla y se que hasta se exportara a tierras distantes llenas de festivales. Un abrazo y éxitos Paty.

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  4. Mucho éxito Patty, que los obstáculos sean superados y las metas alcanzadas... besos!!!

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  5. Suma uno más entre los interesados en esta película. Tus palabras son aliento, hasta para los caraqueños "sin nombre".

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  6. nojodaaaa!
    me encantaron tus palabras
    vamos a darle que esto apenas está comenzando

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